Las películas de miedo son mis favoritas, siempre y cuando me las crea, ya que si no es imposible que me produzcan el efecto deseado. Mi problema es que me cuesta mucho encontrar una película de este género que me resulte verosímil, por lo que también podría concluir que es el tipo de cine con el que más decepciones me he llevado. “El hijo”, afortunadamente, ha conseguido rescatar mi fe en el género de terror. Con una propuesta sencilla y directa, construye un relato de lo más coherente al que te agarras con total atención de principio a fin.
El título original, “Brightburn”, no tiene nada que ver con el que le han dado en español “El hijo”. “Brightburn” es un concepto inventado compuesto por dos palabras: brillante y quemar. ¿Demasiado complejo para el público español? Las distribuidoras habrán pensado que como el protagonista de la película ejerce de hijo, que se llame “El hijo” que es más fácil de entender. A mi parecer han subestimado al público de esta película, ya que tal título será la única obviedad que vamos a encontrar durante la hora y media de metraje. En cuanto a todo lo demás, “El hijo” es un continuo de sorpresas. Lo que más he disfrutado es que, al contrario de lo que ocurre en la mayoría de las películas comerciales, aquí nada es previsible.
La historia nace con la felicidad de una familia granjera en el interior del bucólico estado de Georgia, y poco a poco, esa paz instaurada irá tambaleándose. A mitad de la película un giro inesperado abre un dilema tan humano como universal: tras una mala decisión, ¿es mejor seguir adelante o deshacer la vida construida en los últimos 12 años? Es difícil para los protagonistas adaptarse al descubrimiento que les lleva a este debate, más aún cuando tal descubrimiento escapa de los límites de nuestro mundo conocido. Ambos progenitores del mencionado “hijo” representarán la típica voz de la conciencia con sus razones repartidas entre mirar para otro lado o tomar medidas. Por supuesto, todo se complica y como en la vida real, la toma de decisión se dilata hasta que ya no hay vuelta atrás. Un desenlace apoteósico nos pondrá el corazón en la garganta durante unos momentos casi insoportables, y digo casi porque todo efecto emocional parece perfectamente medido para lograr que el espectador ni se aburra ni se desquicie.
El gran ingenio del guion es conseguir un equilibrio perfecto entre sustos y gags cómicos, hasta el punto de que yo no sabría si encuadrar “El hijo” en el género de terror o en el de comedia. Con otro par de desviaciones de género, una hacia el cine gore, con dos momentos estelares que son de lo mejor que he visto, y otra hacia el cine de súper héroes con sus muy apropiados efectos especiales, al final concluyo que “El hijo” es una película que escapa a las barreras de la clasificación.
A mí no me gustan las películas con final feliz, me resultan poco creíbles. No quiero desvelar cómo acaba ésta, pero adelantaré que no me ha decepcionado en absoluto, ya sea porque cumple con mis expectativas, o por la serie de guiños cómicos que cierran la historia.
Por Irene Arnanz.
Ficha de la película:
Dirigida por: David Yarovesky
Escrita por: Mark Gunn & Brian Gunn
Producida por: James Gunn, Kenneth Huang
Productores Ejecutivos: Mark Gunn, Brian Gunn, Dan Clifton, Simon Hatt, Nic Crawley
Reparto: Elizabeth Banks, David Denman, Jackson A. Dunn,Matt Jones, Meredith Hagner
Sinopsis: ¿Qué pasaría si un niño de otro mundo aterrizara de emergencia en la Tierra,
pero en lugar de convertirse en un héroe para la humanidad fuera algo mucho
más siniestro?