No se puede negar la impactante belleza de “Roma”, película donde prácticamente cada plano es un maravillosa fotografía en blanco y negro que podría colgar en la pared de cualquier museo. Ahora bien, ¿consigue esta sucesión exquisita de imágenes atraparnos como espectador, contarnos una historia que nos apasione y quede prendada indeleble en nuestra memoria, ha conseguido el director mexicano Alfonso Cuarón rodar una absoluta obra maestra?
Difícil responder, pues este inspirado fresco del México de los setenta, con ecos del neorrealismo italiano, muestra sucesivas estampas de la vida cotidiana de una familia de clase media-alta (a través de los ojos de su ingenua y candorosa criada) con una narración más próxima al documental que al de una historia novelada, con los riesgos que esto conlleva. Lo que se gana en verosimilitud se pierde en la capacidad de atraer al espectador y en el desarrollo de ciertos personajes, siendo algunos meros bosquejos; de manera que si no consigues introducirte en la historia todo quedará en hermosa postal vacía de contenido, pero si te atrapa el corazón y te dejas llevar por sus deslumbrantes imágenes el disfrute de la película es casi absoluto.
Pues la gran baza de “Roma” es su apabullante y exquisita fotografía, realizada por el propio Cuarón. Hacia tiempo que no veía un blanco y negro tan rico y variado en sus diversos matices: Si el director mexicano dio una lección en “Gravity” de como usar el 3D en una película, haciéndola parte fundamental de la narración (y no mera excusa para realzar alguna que otra escena), ahora da nuevo lustre y esplendor al blanco y negro, si bien hay que reconocer que en estos últimos años no son pocos los que lo han recuperado, en ocasiones también de excelente manera, pero creo que nadie ha llegado a los límites soberbios de este film (aunque reconozco que todavía no he visto “Cold War”, también muy elogiada en este aspecto).
Cuarón consigue de esta manera impregnar de inusitada belleza ciertas situaciones cotidianas que van dejando entrever la descomposición de una familia en crisis, sin obviar ciertos acontecimientos históricos-sociales y recurriendo a simbolismos de marcado carácter poético; si bien todo esto a costa de pedirle cierto esfuerzo del espectador, de no profundizar en exceso en la historia y cayendo en ese mal endémico de estos tiempos de alargar en demasía el metraje. Reconozco que no es película para todo tipo de público, pero aquellos que la disfruten tendrán en “Roma” sin duda una de las obras cumbres de los últimos años.
Antonio Amaro www.elmisantropofeliz.es