Creo que desde la soberbia Desconexión, no veía un retrato tan certero y despiadado de nuestra sociedad actual y de algunos de los males que la aquejan y la están embruteciendo a pequeños pero inamovibles pasos. Y aunque nos encontramos ante una película centrada en la sociedad rusa, con todas las particularidades y distinciones que eso conlleva, la globalización ha conseguido, para mal o para bien, que nuestras culturas y civilizaciones sean hoy en un noventa por cien similares, y que por tanto parte de su visión critica sean aplicable al país en que vivimos.
“Loveless”, con un poderoso guión coescrito por el director Andrey Zvyagintsev y Oleg Negin, narra la descomposición de un matrimonio que está en trámites de divorciarse en no muy buenos términos, y que (y aquí radica la genialidad del film) en un momento clave discuten porque ninguno de los dos quiere quedarse con la custodia de su hijo pequeño. Este decide facilitarle las cosas a ambos y se escapa (aunque sus despistados padres tardan dos días en darse cuenta) iniciando así un proceso de búsqueda que indagará en la fría y egoísta personalidad de estos dos seres y algunas de las causas (que no justificaciones) que los llevaron a convertirse en tan despreciables padres.
Mientras ella está más pendiente de la pantalla de su móvil que del mundo que le rodea, justificando sus errores siempre en las acciones de otros, su marido se muestra más pasivo y resignado (como una especie de Mariano Rajoy ruso), obsesionado con que el divorcio no le perjudique en su empresa, y al que veremos en los momentos finales de la película comportarse con la misma dejadez con su nuevo hijo en un agrio final que evoca al nihilista eterno retorno de Nietzsche.
Esta frialdad se extenderá a la mayoría del resto de personajes: el nuevo novio de la protagonista, un cincuentón adinerado obsesionado con la belleza y juventud de su amante; la nueva novia del protagonista, a la que poco le importa la desaparición del niño; y la seca reacción del policía ante la denuncia impuesta, que delegará todo el proceso de búsqueda a la sociedad civil y las organizaciones humanitarias, único atisbo de luz que muestra la historia. Y es que al contrario que otros directores europeos como Haneke o Lars Von Trier, empeñados en mostrar una realidad desoladora y cruel que en su excesiva negatividad acaba haciéndose cansina, Andrey Zvyagintsev nos deja al menos un pequeño hueco a la esperanza.
Mención aparte para la minimalista banda sonora compuesta por Evgueni y Sacha Galperine , que realza y acompaña la crueldad de las imágenes que vemos de manera sobresaliente, y se aparta de la aburrida uniformidad que últimamente impera en las bandas sonoras.
Narrado todo con exquisita elegancia y excelentemente interpretada por sus actores protagonistas, el multipremiado director ruso muestra de nuevo su buen hacer en un drama duro pero accesible, en donde solo decae ligeramente el ritmo en su último tercio (quizá para digerir mejor su implacable, aunque abierto final) y que como la película americana antes mencionada sirve de toque de atención de adonde puede llevarnos esta sociedad obsesionada con el culto a uno mismo donde cada vez se empobrecen más ciertos valores sociales, humanos y familiares.
Por Antonio Amaro, el misántropo feliz
Ficha de la película:
Título original: Nelyubovaka
Año: 2017
Duración: 128 min.
País: Rusia
Dirección: Andrey Zvyagintsev
Guion: Andrey Zvyagintsev, Oleg Negin
Música: Evgueni Galperine
Fotografía: Mikhail Krichman
Reparto: Maryana Spivak, Aleksey Rozin, Matvey Novikov, Marina Vasilyeva, Andris Keishs, Alexey Fateev
Productora: arte France Cinéma / Why Not Pro
Género: Drama | Secuestros / Desapariciones
Sinopsis
Una pareja que atraviesa un divorcio debe aunar fuerzas para encontrar a su hijo, desaparecido tras una de sus peleas. (FILMAFFINITY)