Ganadora del festival de San Sebastian de este año que acaba de
finalizar, es esta una película perfecta para seguir reflexionando sobre la subjetividad
a la hora de valorar del arte, y sus límites obvios, que en el mundo del cine vienen
dados por la necesidad imperiosa de poseer unos conocimientos mínimos
imprescindibles tanto técnicos como artísticos. Si no sabe nada sobre el
complejo mundo de la fotografía, las cámaras, las lentes y la iluminación de
una toma, si nunca ha escrito un guión o nada creativo en su vida, si nunca ha
actuado en una obra de teatro y si, como la mayoría del común de los mortales
no tiene esa sabiduría innata propia de los genios; las probabilidades de que
todo acabe en desastre son muy altas si un buen día se embarca en el titánico
proyecto de hacer una película.
Y algo así es lo que cuenta “The Disaster Artist”,
los avatares, aventuras y desventuras de un hombre singular, sin excesivo
talento, comportamiento infantil, pero desmedida ambición y nulo miedo al
ridículo, Tommy Wiseau, empeñado en ser actor, artista, y que acabará escribiendo,
produciendo y dirigiendo (es un decir) la que algunos consideran la peor película
de la historia. Exageración obvia ya que el mundo del cine está llena de
bodrios más o menos similares, aunque es cierto que muchas carecen de ciertas
peculiaridades de esta “The Room”: la mayoría de las actuaciones son
desastrosas, hay tramas que se abren y nunca se cierran, personajes, que
aparecen y desaparecen de la nada sin ninguna explicación, conversaciones
absurdas, situaciones absurdas y muchas risas del público donde debería haber
respetuoso silencio y congoja.
Y aquí volvemos a los límites difusos de la subjetividad y la
percepción de una obra según las expectativas del espectador, pues uno no juzga
de igual manera una película de la serie Z, por ejemplo Sharknado (para mi, obra
infame desde cualquier punto de vista, pero que asombrosamente tiene multitud
de seguidores), que una gran superproducción Hollywoodiense, a la que no
perdonaríamos ni el más mínimo error en sus efectos especiales. Y por supuesto,
dentro de las malas películas no es lo mismo aquella hecha con la única
intención de divertir, realzando lo grotesco y disparatado, que las que
pretendiendo ser asunto serio por diversas circunstancias acaban siendo
bodrios.
Y en este caso, es este elemento el que acaba volviendo en su
propio beneficio, al convertir el error en acierto y el disparate en un
surrealismo más o menos divertido, convirtiendo, por obra de unos fans que la
odian y aman a partes iguales, a “The Room” en un espectáculo en si mismo, que
se sigue emitiendo en los cines en pases nocturnos donde la gente asiste
disfrazada, repite en voz alta los diálogos más disparatados, lanzan globos y
tiran cucharas de plástico al escenario. Fenómeno inverosímil que quizá solo
podría nacer en un país tan peculiar como Estados Unidos donde valoran casi por
igual a lo mejor, y a lo peor de lo peor.
Lo bueno y lo malo se difuminan, el autor acaba siendo su propia
obra, y arte y espectáculo acaban fundiéndose en uno. ¿Como valorar algo así?
Imposible, los límites de la subjetividad acaban por resquebrajarse y como siempre
será el tiempo el que implacable dicte sentencia, decidiendo si definitivamente
nos hemos vuelto locos o éramos todos unos genios.
Respecto a “The disaster artist” sigue con acierto y respeto las
andanzas de este curioso personaje mezcla de Quijote y Sancho Panza, junto a su
mejor amigo (que también se las trae) en sus vanos intentos por emular a su ídolo
James Dean y su posterior salto al vacío gastando una ingente cantidad de
dinero en filmar un drama que acabará convertido en disparate. Esta última obra
de James Franco, que también interpreta de manera magistral a Tommy, tiene
momentos muy divertidos e incluso geniales, pero en su último tramo acaba
perdiendo algo de frescura, siendo la relación de los dos amigos algo tópica y
esquemática (ahora toca enfadarse, ahora reconciliarse), aunque afortunadamente
sin perder la coherencia y dejándonos al terminar la proyección con un buen
sabor de boca en lo que acaba siendo un sincero elogio al valor de la amistad.
Sin desmerecer este trabajo, yo le hubiera dado la Concha de Oro a “El Autor”
(que curiosamente también trata el tema de la creación artística) o a la
ambiciosa “Handia”, obras (subjetivamente) creo que superiores, pero todas
magníficas y por supuesto altamente recomendables. Y si después se quedan con
ganas de más, atrévanse con “The Room”, la tienen en Youtube en inmaculada
versión original con subtítulos en español.
Ficha de la película:
Título original: The Disaster Artist
Año: 2017
Duración: 106 min.
País: Estados Unidos
Dirección: James Franco
Guion: Scott Neustadter, Michael H. Weber (Libro: Greg Sestero, Tom Bissell)
Música: Dave Porter
Fotografía: Brandon Trost
Reparto: James Franco, Dave Franco, Seth Rogen, Alison Brie, Josh Hutcherson, Zac Efron, Jacki Weaver, Sharon Stone, Bryan Cranston, Kate Upton, Hannibal Buress, Nathan Fielder, Jerrod Carmichael, Zoey Deutch, Kristen Bell, Lizzy Caplan, Megan Mullally, Jason Mantzoukas, Adam Scott, Eliza Coupe, J.J. Abrams, Kevin Smith, Tommy Wiseau, Melanie Griffith, Judd Apatow, Christopher Mintz-Plasse, Zach Braff, Randall Park, Greg Sestero, Bob Odenkirk
Productora: Good Universe / New Line Cinema / Point Grey Pictures / RabbitBandini Productions / RatPac-Dune Entertainment
Género: Comedia | Cine dentro del cine. Basado en hechos reales. Biográfico. Amistad
Sinopsis:
Narra la historia real de la producción de la película 'The Room', que ha sido considerada como “una de las peores películas de la historia". Dirigida en 2003 por Tommy Wiseau, 'The Room' se ha estado proyectando en salas -completamente llenas- por toda Norteamérica desde hace más de una década. 'The Disaster Artist' es una comedia sobre dos inadaptados en busca de un sueño. Cuando el mundo los rechaza, deciden hacer su propia película, un film maravillosamente espantoso gracias a sus momentos involuntariamente cómicos, sus tramas dispersas y sus terribles interpretaciones. (FILMAFFINITY)