Nada mejor para desintoxicarse de tanto blockbuster veraniego que visionar la última obra del consagrado director finlandés Aki Kaurismäki.
Reconozco que su cine a veces me fascina y otras me exaspera, pero rara vez me deja indiferente, y es que una de las virtudes que más valoro de su filmografía es que sus películas se pueden considerar la antítesis de lo que se hace actualmente en Hollywood por su estilo tan personal que combina fábula y realismo, por sus personajes lacónicos (pero siempre interesantes), los diálogos secos (pero no exentos de humor), las interpretaciones contenidas (pero en absoluto escasas de profundidad) y su evidente compromiso intelectual y social. Wes Anderson, aunque con una temática muy diferente y sus propios y particulares códigos, sería lo más parecido que nos podemos encontrar dentro del cine estadounidense.
En “El otro lado de la esperanza” Kaurismäki vuelve a mostrarse irónico, contundente y la vez sobrio en su crítica a los supuesta superioridad de los valores occidentales y la acomplejada actitud de Europa ante el problema de la inmigración, reflejada en esta película en dos personajes cuyos destinos se acaban entrecruzando: un comerciante (inmenso Sakari Kuosmanen) que cansado de su trabajo rutinario y su mujer alcohólica decide empezar una nueva vida montando un restaurante, y las desventuras de Khaled (interpretado por Sherwan Haji) un refugiado sirio (curiosamente tanto en la película como en la vida real) intentando conseguir asilo legal y en permanente búsqueda de su hermana desaparecida. Ante un sistema que lo rechaza y lo intenta devolver a un país desolado todavía en guerra solo le queda el apoyo de una serie de personas que se verán obligadas a transgredir la ley para ayudar a Khaled.
Es la tenue esperanza que nos deja esta película, aun en el peor y más hipócrita de los mundos posibles la bondad humana siempre emerge, aunque sea, por los impedimentos del propio sistema, con poca capacidad de acción.
Cierto que en esta necesaria crítica a las sociedades europeas, y el propio Kaurismäki así lo ha reconocido en alguna entrevista, hay cierto maniqueísmo y arbitrariedad, consecuencia de su condición de fábula, lo que se ve reflejado tanto en el comportamiento de ciertos personajes como en la omisión de los problemas que surgen en una sociedad por la llegada masiva de una inmigración descontrolada.
Es obvio que el director no pretende hacer un análisis sociológico ni político sobre este complejo problema, sino contar una pequeña gran historia donde en lo individual se vea reflejado lo global, con todas la distorsiones que esto siempre conlleva. Hasta que punto es acertado este punto de vista es algo que no me atrevo a juzgar y cada espectador debe sacar sus propias conclusiones.
Pues el arte no es política, aunque a veces los unan fuertes vínculos, y no trata de explicar sino de emocionar, y encontramos aquí momentos realmente magníficos que lo consiguen plenamente, tanto en los curiosos números musicales, en los destellos de humor irónico y mordaz tan presentes en la historia (“montar un bar es un buen negocio”, dice uno de los personajes, “la gente bebe cuando está triste, pero más cuando está contenta”) y muy especialmente en la secuencia más dramática del film, cuando Khaled por fin encuentra a su hermana, se funden en un abrazo, y esta, a través de una sola y amarga mirada nos cuenta todo el dolor, violencia y humillaciones sufridas, por ella y por todo en un pueblo, que por siempre quedarán impunes.
Ficha de la película:
Título original: Toivon tuolla puolenaka
Año: 2017
Duración: 98 min.
País: Finlandia
Director: Aki Kaurismäki
Guion: Aki Kaurismäki
Fotografía: Timo Salminen
Reparto: Kati Outinen, Tommi Korpela, Sakari Kuosmanen, Janne Hyytiäinen, Ilkka Koivula, Kaija Pakarinen, Nuppu Koivu, Tuomari Nurmio, Sherwan Haji
Productora: Sputnik
Género: Comedia. Drama | Comedia dramática. Inmigración
Sinopsis:
Helsinki. Dos destinos se cruzan. Wikhström, de 50 años, decide cambiar su vida y abrir un restaurante. Khaled es un joven refugiado sirio que llega a la capital finlandesa por accidente. Su solicitud de asilo es rechazada pero decide quedarse de todos modos. Una tarde, Wikhström se lo encuentra en la puerta de su restaurante y, emocionado, decide ofrecerle su ayuda. (FILMAFFINITY)
Reconozco que su cine a veces me fascina y otras me exaspera, pero rara vez me deja indiferente, y es que una de las virtudes que más valoro de su filmografía es que sus películas se pueden considerar la antítesis de lo que se hace actualmente en Hollywood por su estilo tan personal que combina fábula y realismo, por sus personajes lacónicos (pero siempre interesantes), los diálogos secos (pero no exentos de humor), las interpretaciones contenidas (pero en absoluto escasas de profundidad) y su evidente compromiso intelectual y social. Wes Anderson, aunque con una temática muy diferente y sus propios y particulares códigos, sería lo más parecido que nos podemos encontrar dentro del cine estadounidense.
En “El otro lado de la esperanza” Kaurismäki vuelve a mostrarse irónico, contundente y la vez sobrio en su crítica a los supuesta superioridad de los valores occidentales y la acomplejada actitud de Europa ante el problema de la inmigración, reflejada en esta película en dos personajes cuyos destinos se acaban entrecruzando: un comerciante (inmenso Sakari Kuosmanen) que cansado de su trabajo rutinario y su mujer alcohólica decide empezar una nueva vida montando un restaurante, y las desventuras de Khaled (interpretado por Sherwan Haji) un refugiado sirio (curiosamente tanto en la película como en la vida real) intentando conseguir asilo legal y en permanente búsqueda de su hermana desaparecida. Ante un sistema que lo rechaza y lo intenta devolver a un país desolado todavía en guerra solo le queda el apoyo de una serie de personas que se verán obligadas a transgredir la ley para ayudar a Khaled.
Es la tenue esperanza que nos deja esta película, aun en el peor y más hipócrita de los mundos posibles la bondad humana siempre emerge, aunque sea, por los impedimentos del propio sistema, con poca capacidad de acción.
Cierto que en esta necesaria crítica a las sociedades europeas, y el propio Kaurismäki así lo ha reconocido en alguna entrevista, hay cierto maniqueísmo y arbitrariedad, consecuencia de su condición de fábula, lo que se ve reflejado tanto en el comportamiento de ciertos personajes como en la omisión de los problemas que surgen en una sociedad por la llegada masiva de una inmigración descontrolada.
Es obvio que el director no pretende hacer un análisis sociológico ni político sobre este complejo problema, sino contar una pequeña gran historia donde en lo individual se vea reflejado lo global, con todas la distorsiones que esto siempre conlleva. Hasta que punto es acertado este punto de vista es algo que no me atrevo a juzgar y cada espectador debe sacar sus propias conclusiones.
Pues el arte no es política, aunque a veces los unan fuertes vínculos, y no trata de explicar sino de emocionar, y encontramos aquí momentos realmente magníficos que lo consiguen plenamente, tanto en los curiosos números musicales, en los destellos de humor irónico y mordaz tan presentes en la historia (“montar un bar es un buen negocio”, dice uno de los personajes, “la gente bebe cuando está triste, pero más cuando está contenta”) y muy especialmente en la secuencia más dramática del film, cuando Khaled por fin encuentra a su hermana, se funden en un abrazo, y esta, a través de una sola y amarga mirada nos cuenta todo el dolor, violencia y humillaciones sufridas, por ella y por todo en un pueblo, que por siempre quedarán impunes.
Ficha de la película:
Título original: Toivon tuolla puolenaka
Año: 2017
Duración: 98 min.
País: Finlandia
Director: Aki Kaurismäki
Guion: Aki Kaurismäki
Fotografía: Timo Salminen
Reparto: Kati Outinen, Tommi Korpela, Sakari Kuosmanen, Janne Hyytiäinen, Ilkka Koivula, Kaija Pakarinen, Nuppu Koivu, Tuomari Nurmio, Sherwan Haji
Productora: Sputnik
Género: Comedia. Drama | Comedia dramática. Inmigración
Sinopsis:
Helsinki. Dos destinos se cruzan. Wikhström, de 50 años, decide cambiar su vida y abrir un restaurante. Khaled es un joven refugiado sirio que llega a la capital finlandesa por accidente. Su solicitud de asilo es rechazada pero decide quedarse de todos modos. Una tarde, Wikhström se lo encuentra en la puerta de su restaurante y, emocionado, decide ofrecerle su ayuda. (FILMAFFINITY)