Jean-Claude Van Damme bien vale un riñón. Es lo que debieron pensar los responsables de esta película, de apenas 100 minutos que vale una excusa para reivindicar al belga mitad bailarín, mitad arma letal.
No voy a intentar vender la idea de que nos hallamos ante un peliculón, no tiene sentido ni es lo que busca nadie que se pone a ver una pelícua de Van Damme. Pero la simpleza, la crudeza de su planteamiento captó mi atención.
Un hombre, ex agente de operaciones encubiertas, después de una noche loca despierta en su habitación ensangrentado con una gran cicatriz en su espalda y descubre... que le han robado un riñón. Este detalle, aunque tiene otro, no le hace ninguna gracia y decide reclamar de vuelta lo que es suyo, aunque para ello tenga que poner patas arriba las cloacas más inmundas de una megalópolis como Manila.
Por el camino nos enteramos que tanta fijación en recuperar una parte de su cuerpo que le ha sido arrebatada sin permiso, no obedece solamente al instinto de mantener la integridad física intacta, sino que el "robo" tiene lugar la víspera de que entregue en donación el riñón, que iba a parar a su sobrina enferma... Con mimbres bastante más básicos Liam Neeson consiguió con Venganza el mayor éxito de su carrera desde La lista de Schindler.
La novedad en esta ocasión es que hacía mucho tiempo que no tenía la sensación de ver una película de Van Damme. Puede que el hecho de que rescate la costumbre de salir con el culo al aire en buena parte de las escenas, de que haya recuperado un punto de forma, o que ahora su físico le encaje como anillo al dedo con papeles canallas, el caso es que no veía una peli suya con tanto entretenimiento desde hacía años.
Porque desde que subió a los más alto del cine de artes marciales con Contacto Sangriento (Newt Arnold, 1988), este actor bastante más dotado que sus compañeros de generación hoy más acomodados, dejó un buen puñado de títulos míticos del género hasta que su carrera cayó subitamente en picado. Puede que Soldado de Fortuna (Alain Lefevre, 1998) fuera su última producción importante. Después de ahí, una interminable travesía por el desierto en forma de infumables producciones de dudosa calidad, estrenadas directamente en vídeo, con actores semiprofesionales, y ni rastro de la estrella que un día ponía en apuros a Chuck Norris o a Steven Seagal.
De ahí, hasta 2008 donde sorprendió a propios y extraños con la muy digna JCVD (Mabrouk El Mechri). Pero no tuvo continuidad, y volvió a perderse en la noche de los tiempos, o vaya usted a saber en que estaba perdido el bueno del belga. Fue como si le borraran del mapa, como si le hubieran quitado de golpe todos los puntos del carnet de estrella de las artes marciales, sin posibilidad de recuperación. Nunca tuvo el potencial dramático de Leonardo di Caprio, pero ¿lo tenía Schwarzenegger? Chuck Norris solo tiene dos registros de actuación: con sombrero y sin sombrero, y Steven Seagal lleva lustros sin firmar una película decente (¿alguna vez la tuvo?). Solo Stallone ha permanecido inquieto, incansable y de vez en cuando, da en el clavo con alguna pequeña gran película como Rocky Balboa (2006).
Pero todos ellos han disfrutado de un retiro dorado en Hollywood, un estatus que le ha sido negado a Van Damme. Algo así como un recordar quiénes fuisteis, conserváis los galones, y de cuando en cuando os dejáis ver en alguna producción decente para darle caché. Van, hacen un poco de ellos mismos, cobran el cheque, y encima se divierten. Van Damme no ha tenido esa suerte, que por méritos merece, es como si tuviera que renacer de sus cenizas él solo, cargando con ellas a la espalda.
Por eso no he podido mas que sentir satisfacción al encontrarme a un Van Damme con garra y con ganas. Defendiendo en reyertas callejeras de Manila la corona que le pertenece ante los que tantas veces le han dado por muerto.
Y lo mejor está por venir con la secuela de Kickboxing, crucemos los dedos y deseemos suerte al guerrero. Sería una verdadera pena que él y el otro proscrito de las artes marciales, Wesley Snipes, terminaran sus carreras haciendo de viejos gruñones como dos nuevos Jack Lemon y Walter Matthau.
Publicado por Jon Leceta.
Ficha de la película:
Título original: Pound of Flesh
Año: 2015
Duración: 104 min.
País: Canadá
Director: Ernie Barbarash
Guión: Joshua James
Música: Paul Michael Thomas
Fotografía: Cliff Hokanson
Reparto: Jean-Claude Van Damme, Darren Shahlavi, John Ralston, Aki Aleong, Jason Tobin, Terese Cilluffo, Kevin Lee, Temur Mamisashvili, Andrew Ng, Brahim Achabbakhe, Mike Leeder, Charlotte Peters
Productora: Coproducción Canada-Hong Kong-China; ACE Film Company (HK) / Chunqiu Time Culture / Odyssey Media
Género: Acción | Venganza
Sinopsis
Deacon (Van Damme), un ex agente de operaciones encubiertas, se despierta el día antes de la operación, en la que le dará un riñón a su sobrina, para descubrir que ha sido víctima de robo de órganos. Cosido y furioso, Deacon deja su lujoso hotel en busca de su riñón robado. Con la ayuda de sus antiguas conexiones del hampa recorrerá la parte más sórdida de la ciudad, demostrando a todo el que se cruce en su camino que nada significa más para un hombre que su carne y su sangre. (FILMAFFINITY)
No voy a intentar vender la idea de que nos hallamos ante un peliculón, no tiene sentido ni es lo que busca nadie que se pone a ver una pelícua de Van Damme. Pero la simpleza, la crudeza de su planteamiento captó mi atención.
Un hombre, ex agente de operaciones encubiertas, después de una noche loca despierta en su habitación ensangrentado con una gran cicatriz en su espalda y descubre... que le han robado un riñón. Este detalle, aunque tiene otro, no le hace ninguna gracia y decide reclamar de vuelta lo que es suyo, aunque para ello tenga que poner patas arriba las cloacas más inmundas de una megalópolis como Manila.
Por el camino nos enteramos que tanta fijación en recuperar una parte de su cuerpo que le ha sido arrebatada sin permiso, no obedece solamente al instinto de mantener la integridad física intacta, sino que el "robo" tiene lugar la víspera de que entregue en donación el riñón, que iba a parar a su sobrina enferma... Con mimbres bastante más básicos Liam Neeson consiguió con Venganza el mayor éxito de su carrera desde La lista de Schindler.
La novedad en esta ocasión es que hacía mucho tiempo que no tenía la sensación de ver una película de Van Damme. Puede que el hecho de que rescate la costumbre de salir con el culo al aire en buena parte de las escenas, de que haya recuperado un punto de forma, o que ahora su físico le encaje como anillo al dedo con papeles canallas, el caso es que no veía una peli suya con tanto entretenimiento desde hacía años.
Porque desde que subió a los más alto del cine de artes marciales con Contacto Sangriento (Newt Arnold, 1988), este actor bastante más dotado que sus compañeros de generación hoy más acomodados, dejó un buen puñado de títulos míticos del género hasta que su carrera cayó subitamente en picado. Puede que Soldado de Fortuna (Alain Lefevre, 1998) fuera su última producción importante. Después de ahí, una interminable travesía por el desierto en forma de infumables producciones de dudosa calidad, estrenadas directamente en vídeo, con actores semiprofesionales, y ni rastro de la estrella que un día ponía en apuros a Chuck Norris o a Steven Seagal.
De ahí, hasta 2008 donde sorprendió a propios y extraños con la muy digna JCVD (Mabrouk El Mechri). Pero no tuvo continuidad, y volvió a perderse en la noche de los tiempos, o vaya usted a saber en que estaba perdido el bueno del belga. Fue como si le borraran del mapa, como si le hubieran quitado de golpe todos los puntos del carnet de estrella de las artes marciales, sin posibilidad de recuperación. Nunca tuvo el potencial dramático de Leonardo di Caprio, pero ¿lo tenía Schwarzenegger? Chuck Norris solo tiene dos registros de actuación: con sombrero y sin sombrero, y Steven Seagal lleva lustros sin firmar una película decente (¿alguna vez la tuvo?). Solo Stallone ha permanecido inquieto, incansable y de vez en cuando, da en el clavo con alguna pequeña gran película como Rocky Balboa (2006).
Pero todos ellos han disfrutado de un retiro dorado en Hollywood, un estatus que le ha sido negado a Van Damme. Algo así como un recordar quiénes fuisteis, conserváis los galones, y de cuando en cuando os dejáis ver en alguna producción decente para darle caché. Van, hacen un poco de ellos mismos, cobran el cheque, y encima se divierten. Van Damme no ha tenido esa suerte, que por méritos merece, es como si tuviera que renacer de sus cenizas él solo, cargando con ellas a la espalda.
Por eso no he podido mas que sentir satisfacción al encontrarme a un Van Damme con garra y con ganas. Defendiendo en reyertas callejeras de Manila la corona que le pertenece ante los que tantas veces le han dado por muerto.
Y lo mejor está por venir con la secuela de Kickboxing, crucemos los dedos y deseemos suerte al guerrero. Sería una verdadera pena que él y el otro proscrito de las artes marciales, Wesley Snipes, terminaran sus carreras haciendo de viejos gruñones como dos nuevos Jack Lemon y Walter Matthau.
Publicado por Jon Leceta.
Ficha de la película:
Título original: Pound of Flesh
Año: 2015
Duración: 104 min.
País: Canadá
Director: Ernie Barbarash
Guión: Joshua James
Música: Paul Michael Thomas
Fotografía: Cliff Hokanson
Reparto: Jean-Claude Van Damme, Darren Shahlavi, John Ralston, Aki Aleong, Jason Tobin, Terese Cilluffo, Kevin Lee, Temur Mamisashvili, Andrew Ng, Brahim Achabbakhe, Mike Leeder, Charlotte Peters
Productora: Coproducción Canada-Hong Kong-China; ACE Film Company (HK) / Chunqiu Time Culture / Odyssey Media
Género: Acción | Venganza
Sinopsis
Deacon (Van Damme), un ex agente de operaciones encubiertas, se despierta el día antes de la operación, en la que le dará un riñón a su sobrina, para descubrir que ha sido víctima de robo de órganos. Cosido y furioso, Deacon deja su lujoso hotel en busca de su riñón robado. Con la ayuda de sus antiguas conexiones del hampa recorrerá la parte más sórdida de la ciudad, demostrando a todo el que se cruce en su camino que nada significa más para un hombre que su carne y su sangre. (FILMAFFINITY)