No se trata de hacer una crítica de la serie de animación infantil de Disney La Guardia del León. Es una serie sin más pretensiones que la de entretener a un público entre 4 y 8 años a modo de continuación de El Rey León.
Argumento sencillo y efectivo: el hijo del mítico Simba debe crear con un grupo de amigos, una guardia que se encargue de defender las fronteras del reino de su padre. Ni siquiera voy a referirme a la serie en general, que en conjunto me parece inofensiva y correcta como otros productos del gigante del entretenimiento.
Pero hay un capítulo, uno en concreto, que esconde tal cantidad de mensajes impropios para su público, moralejas aberrantes, discursos demagógicos y prejuicios morales encubiertos, que son más propios de un panfleto aleccionador de ideología extrema que de una serie de consumo infantil.
Naturalmente que un adulto con mínimo espíritu crítico es capaz de captar todos esos mensajes subliminales, que en el momento de ser detectados, carecen de efecto. El problema es que el producto está dirigido a un público infantil, por supuesto sin la más mínima formación en los valores democráticos o los Derechos Humanos más fundamentales, que nunca va a poner en duda las palabras de Simba.
Como en las peores tácticas de lavado de cerebro, las ideas extremistas no se muestran de manera explícita, donde son fácilmente captadas y rechazadas, sino que se valen de vehículos más amables como simpáticos animalitos, a los que enfrentamos ante unas situaciones concretas que tienen que resolver. Estas situaciones, nos resultan perversamente familiares, encontramos en los personajes unos rasgos comunes que no podemos atribuir al azar, y el desarrollo y el desenlace de toda la situación (todo ello en escasos 19 minutos), nos parece de un discurso xenófobo que no se puede pasar por alto.
Se trata del capítulo 6 de La Guardia del León, titulado "La Celebración Kupatana", que emiten actualmente los varios canales de Disney y que también se encuentra fácilmente en plataformas digitales gratuitas. La historia, del un modo más o menos objetivo, cuenta lo siguiente:
Una cría de chacal llega huyendo desde las Tierras Oscuras, perseguido por un grupo de hienas. La Guardia del León le salva la vida en el último momento. El pequeño, poniendo ojitos, les dice: "estoy solo, ¿puedo ir con vosotros?". Kion, hijo de Simba, da refugio al cachorrito.
Primer error: la madre chacal está escondida y murmura a los suyos "el plan ha funcionado, lo han rescatado". Entonces llama a toda su familia: "lo que no saben es que cuando invitas a un chacal, los invitas a todos"
Después de engañar a la Guardia del León e infiltrar a su familia, el pequeño chacal comienza su andadura criminal: se mete a dormir en una madriguera que estaba desocupada. No solo eso, sino que come los alimentos que encuentra. La Guardia entonces descubre a la familia del chacal (numerosísima, por supuesto), y les pide explicaciones"¿no decías que estabas solo?". Mamá chcal, pone ojitos (fingir está en su naturaleza) y replica que han ido todos detrás de su hijo "¿No pretenderías que un cachorrito ande solo por un reino extraño?¿qué clase de padres seríamos?" La madre vuelve a pedir disculpas por el malentendido, pero en cuanto está a solas con su prole desvela sus verdaderas intenciones "Este reino está lleno de cosas que podemos coger. Y ahora, sigamos aprovechándonos de la generosidad de sus habitantes".
Sigue un numerito musical en el que se retratan y ponen en práctica actuar al "modo chacal", que no es otro que aprovecharse aunque tengan que disimular, fingir integrarse. Esta vez Kion les acusa de "robar comida y ocupar hogares de otros con sus cachorros". La madre pone de nuevo cara de pena y se disculpa diciendo que "en las Tierras Oscuras la vida es muy difícil", que ellos quieren empezar de nuevo y ser aceptados.
Pero es mentira. Han ido a robarles y a aprovechase de ellos. Mandaron a un cachorro indefenso como avanzadilla, pero con la única intención de infiltrarse y traer después a toda su familia. Una vez en el reino, esta deplorable, marrón y holgazana prole hace lo que ha ido a hacer: abusar de los recursos del reino, ocupar madrigueras en las que acomodan a sus maleducadas crías. Devoran las reservas de comida que los súbditos de Simba con tanto esfuerzo, han conseguido almacenar. Porque su padre es un vago, no tiene la más mínima intención de trabajar y siempre sale durmiendo la siesta. Pero por encima de todo, cada vez que son puestos en evidencia, mienten. Recurren a su innata facilidad para fingir, a su técnica infalible de intentar despertar la compasión en los ingenuos habitantes.
El acto final no podía ser de otra manera. La manada de chacales irrumpe en mitad de la Celebración Kupatana (algo así como su Fiesta Nacional) con intención de devorarlo todo. En esta ocasión es el mismísimo Simba el que toma el mando y ordena la lucha "Si permanecemos unidos, ningún forastero podrá vencernos". Con un perfecto trabajo en equipo, logran imponerse a Mamá y Papá chacal y su docena de crías (de no más de veinte días de edad) que son malas como el demonio. Esta vez no les salvan ni lo ojitos ni las disculpas. Simba les despacha con un rugido "Marchaos, ¡ahora!"
Después llega el momento de las lecciones, en el que Kion se disculpa ante su padre. "Papá, me dijiste que salvara a la cría, no que la invitara a nuestras tierras". Consejo lapidario de Simba: "te equivocaste hijo, pero lo hiciste por dar a unos extraños la oportunidad de encajar".
Las moralejas que pueden sacarse de todas estas consignas ideológicas veladas son muchas, cada una más abominable que la anterior. Pero a mi la que más me ha llamado la atención es la manera impúdica con la que presentan a unos cachorros, apenas destetados, capaces de obrar con maldad, de ejecutar planes maquiavélicos, lo que viene determinado por ser una raza concreta. Este hecho de nacimiento les impide actuar de un modo noble, aunque no aparentarlo.
En los momentos finales de estos 19 minutos sin desperdicio, hasta parece que cara de Simba mute y se torne en alguien más familiar...
Publicado por Paranoide.
Argumento sencillo y efectivo: el hijo del mítico Simba debe crear con un grupo de amigos, una guardia que se encargue de defender las fronteras del reino de su padre. Ni siquiera voy a referirme a la serie en general, que en conjunto me parece inofensiva y correcta como otros productos del gigante del entretenimiento.
Pero hay un capítulo, uno en concreto, que esconde tal cantidad de mensajes impropios para su público, moralejas aberrantes, discursos demagógicos y prejuicios morales encubiertos, que son más propios de un panfleto aleccionador de ideología extrema que de una serie de consumo infantil.
Naturalmente que un adulto con mínimo espíritu crítico es capaz de captar todos esos mensajes subliminales, que en el momento de ser detectados, carecen de efecto. El problema es que el producto está dirigido a un público infantil, por supuesto sin la más mínima formación en los valores democráticos o los Derechos Humanos más fundamentales, que nunca va a poner en duda las palabras de Simba.
Como en las peores tácticas de lavado de cerebro, las ideas extremistas no se muestran de manera explícita, donde son fácilmente captadas y rechazadas, sino que se valen de vehículos más amables como simpáticos animalitos, a los que enfrentamos ante unas situaciones concretas que tienen que resolver. Estas situaciones, nos resultan perversamente familiares, encontramos en los personajes unos rasgos comunes que no podemos atribuir al azar, y el desarrollo y el desenlace de toda la situación (todo ello en escasos 19 minutos), nos parece de un discurso xenófobo que no se puede pasar por alto.
Se trata del capítulo 6 de La Guardia del León, titulado "La Celebración Kupatana", que emiten actualmente los varios canales de Disney y que también se encuentra fácilmente en plataformas digitales gratuitas. La historia, del un modo más o menos objetivo, cuenta lo siguiente:
Una cría de chacal llega huyendo desde las Tierras Oscuras, perseguido por un grupo de hienas. La Guardia del León le salva la vida en el último momento. El pequeño, poniendo ojitos, les dice: "estoy solo, ¿puedo ir con vosotros?". Kion, hijo de Simba, da refugio al cachorrito.
Primer error: la madre chacal está escondida y murmura a los suyos "el plan ha funcionado, lo han rescatado". Entonces llama a toda su familia: "lo que no saben es que cuando invitas a un chacal, los invitas a todos"
Después de engañar a la Guardia del León e infiltrar a su familia, el pequeño chacal comienza su andadura criminal: se mete a dormir en una madriguera que estaba desocupada. No solo eso, sino que come los alimentos que encuentra. La Guardia entonces descubre a la familia del chacal (numerosísima, por supuesto), y les pide explicaciones"¿no decías que estabas solo?". Mamá chcal, pone ojitos (fingir está en su naturaleza) y replica que han ido todos detrás de su hijo "¿No pretenderías que un cachorrito ande solo por un reino extraño?¿qué clase de padres seríamos?" La madre vuelve a pedir disculpas por el malentendido, pero en cuanto está a solas con su prole desvela sus verdaderas intenciones "Este reino está lleno de cosas que podemos coger. Y ahora, sigamos aprovechándonos de la generosidad de sus habitantes".
Sigue un numerito musical en el que se retratan y ponen en práctica actuar al "modo chacal", que no es otro que aprovecharse aunque tengan que disimular, fingir integrarse. Esta vez Kion les acusa de "robar comida y ocupar hogares de otros con sus cachorros". La madre pone de nuevo cara de pena y se disculpa diciendo que "en las Tierras Oscuras la vida es muy difícil", que ellos quieren empezar de nuevo y ser aceptados.
Pero es mentira. Han ido a robarles y a aprovechase de ellos. Mandaron a un cachorro indefenso como avanzadilla, pero con la única intención de infiltrarse y traer después a toda su familia. Una vez en el reino, esta deplorable, marrón y holgazana prole hace lo que ha ido a hacer: abusar de los recursos del reino, ocupar madrigueras en las que acomodan a sus maleducadas crías. Devoran las reservas de comida que los súbditos de Simba con tanto esfuerzo, han conseguido almacenar. Porque su padre es un vago, no tiene la más mínima intención de trabajar y siempre sale durmiendo la siesta. Pero por encima de todo, cada vez que son puestos en evidencia, mienten. Recurren a su innata facilidad para fingir, a su técnica infalible de intentar despertar la compasión en los ingenuos habitantes.
El acto final no podía ser de otra manera. La manada de chacales irrumpe en mitad de la Celebración Kupatana (algo así como su Fiesta Nacional) con intención de devorarlo todo. En esta ocasión es el mismísimo Simba el que toma el mando y ordena la lucha "Si permanecemos unidos, ningún forastero podrá vencernos". Con un perfecto trabajo en equipo, logran imponerse a Mamá y Papá chacal y su docena de crías (de no más de veinte días de edad) que son malas como el demonio. Esta vez no les salvan ni lo ojitos ni las disculpas. Simba les despacha con un rugido "Marchaos, ¡ahora!"
Después llega el momento de las lecciones, en el que Kion se disculpa ante su padre. "Papá, me dijiste que salvara a la cría, no que la invitara a nuestras tierras". Consejo lapidario de Simba: "te equivocaste hijo, pero lo hiciste por dar a unos extraños la oportunidad de encajar".
Las moralejas que pueden sacarse de todas estas consignas ideológicas veladas son muchas, cada una más abominable que la anterior. Pero a mi la que más me ha llamado la atención es la manera impúdica con la que presentan a unos cachorros, apenas destetados, capaces de obrar con maldad, de ejecutar planes maquiavélicos, lo que viene determinado por ser una raza concreta. Este hecho de nacimiento les impide actuar de un modo noble, aunque no aparentarlo.
En los momentos finales de estos 19 minutos sin desperdicio, hasta parece que cara de Simba mute y se torne en alguien más familiar...
Publicado por Paranoide.