Cartel promocional. |
Este vitoriano reinventaba allá por los primeros 90 el panorama cinematográfico nacional. Estaban por supuesto, los Almodóvar y los Garci. Todo lo demás era frío y rechinar de dientes, también despuntaba ocasionalmente el genio de un Álex de la Iglesia bajo el paraguas de Almodóvar... pero fuera de esas producciones "mastodónticas" para el tamaño de nuestro cine por aquel entonces, se revolvían como genios inquietos luchando por sobrevivir, los Médem, Armendáriz, y muy especialmente Bajo Ulloa.
Porque mucho antes de Airbag, esa locura que arrasó en taquilla y plantó los cimientos a futuros Torrentes y demás comedias gamberras posteriores, siendo todavía un jovenzuelo, dio a luz dos joyas entre lo tenebroso y lo barroco, geniales y sobrecogedoras a partes iguales, aludiendo a unos resortes emotivos que fueron tan eficaces hace veinte años como lo son ahora.
Con Alas de Mariposa como ópera prima, Juanma Bajo Ulloa se presentó al gran público obteniendo un enorme éxito de crítica. Un reconocimiento tan grande, de esos que por llegar temprano solo conducen a la genialidad o al ostracismo, por generar expectativas imposibles de repetir para un director novel.
Pero tocó la genialidad. Su segundo trabajo fue más notable aún que el primero. Desgarrador, preciosista e intenso, ahonda con más detalle si cabe en esa vertiente barroca, como un Tim Burton al que le hubieran prohibido hacer la más mínima concesión a la fantasía. Inmenso Karra Elejalde, también en un papel dramático. El oficio de este Elejalde puede con lo que le echen, y la industria al final ha hecho justicia con él. Y prometedora, inquietante, perturbadora... Ana Álvarez. Imposible encontrar, viendo esta película, una razón por la que esta actriz no llegara a conseguir metas más altas en su posterior carrera.
Luego llegó Airbag, y con ella el desmadre. Se ha escrito tanto acerca de ella, se ha dicho tanto, ha influido tanto en la carrera de sus protagonistas y en la comedia española en general, que no me extenderé más en este punto. Solo reseñar que fue durante muchos años la película española que más dinero había recaudado, y que supuso para Bajo Ulloa el inicio de una travesía por el desierto. Fue durante esos años de impás, cuando coincidí en un pequeño bar de Lugo, a unas horas intempestivas con el sujeto en cuestión. Estaba solo en la barra, tomándose una cerveza, y yo a su lado, demasiado joven e impresionable, no acerté a decir palabra y cogí la mía y me largué con mi grupo...
Después llegaría la incesante y frustrante búsqueda de El Capitán Trueno, proyecto irrealizable hasta que muchos años después fue puesto en otras manos dando como fruto una de las peores producciones del cine español reciente. Más tarde una apuesta suya personal, tanto en lo creativo como en la producción, que quizá por ese motivo, el ser tan personal, no llegó a conectar con el gran público a pesar de contar con críticas en general favorables.
Y ahora tras años de silencio, llega Rey Gitano. Por toda esa carrera, tan extraña e impredecible, presa de su pura coherencia, iré a ver la película; y lo haré, no lo voy a negar, con curiosidad, ganas de divertirme... y mucho respeto.
Por Jon Leceta.