Minions |
Campanilla y la Leyenda de la Bestia (Steve Loter, 2014). Nada de sorpresas. Ni en los valores representados, ni en la línea argumental, ni en el tono, ni siquiera en lo puramente estético. Este tipo de producciones Disney (hoy día ya nos vemos obligados a hacer subcategorías dentro de estos estudios, dado el tamaño que ha alcanzado ya la factoría) es como un disco de Los Suaves: te puede gustar o no, pero nadie puede decir que no sabe con lo que se va a encontrar. Pero ojo, este ultraconservadurismo no puede tomarse a la ligera como una crítica negativa. El nivel de estas producciones es siempre notable, en contraposición con lo irregulares que se muestran las películas de animación de la competencia, por ejemplo Dreamworks. Sus tramas y recursos son como una sinfonía clásica a la que se deje poco o ningún espacio para la originalidad, pero son recursos que llevan funcionando generación tras generación, que entretienen a los más pequeños y no sobresaltan ni aburren a los adultos. El apartado musical suele ser sobresaliente siempre, cuidado al máximo hasta en la producción más modesta. Con Campanilla y la Leyenda de la Bestia encontraréis, pequeños y mayores, exactamente lo que esperáis, y eso no es poco.
Los Minions (Kyle Balda, PierreCoffin, 2015). Este tipo de producciones parece que hubieran nacido para hacer contraposición al apartado anterior. El yin y el yan. Del valor correcto, predecible, pasamos a la gamberrada, al desenlace insospechado de cada escena, a frase que nunca te imaginarías que fuese dicha (aunque sea en su lengua) en semejante momento. La banda sonora ya utiliza clásicos del rock como Queen, que funcionan como oro fundido en pantalla. Pero ojo, la originalidad, la transgresión tienen un precio. Tanto consigues momentos geniales, como caes en el vacío y el absurdo, encontrándonos a veces con producciones bastante mediocres que nunca poblarían los estrenos clásicos de Disney. En el caso de los minions, parece que han dado con la tecla, prueba de ello es esta suerte de precuela que viene acompañada de un apabullante desembarco de merchandising.
Del Revés (Pete Docter, 2015). Esta producción de Pixar (pertenece a la matriz Disney) puso patas arriba el pasado Festival de Cannes, y teniendo en cuenta quiénes son sus responsables, se trata de una película a tener muy en cuenta. El argumento es ya de por sí atrevido: la película se desarrolla en el interior del cerebro de una preadolescente. No parece un argumento para convencer a los más pequeños, pero este es unos de esos casos en los que los adultos deben dar un pequeño empujón ante la duda, que después agradecerán todos. Porque estos estudios son responsables de joyas importantes, no ya dentro del cine familiar, sino de obras maestras como WallE (Andrew Stanton,2008), Toy Story (John Lasseter, 1995) o Up (Pete Docter, 2009). Habrá que esperar aún unos días para verla en nuestras carteleras, pero indiscutiblemente, este es el tipo de películas más difíciles de encontrar, ese que consigue que los pequeños disfruten, y que sus acompañantes salgan de las salas con una sonrisa de satisfacción en la cara, viendo colmadas sus exigencias más cinéfilas y sus ansias de magia desbordada.